Si,
pone parental en el título. Si es por
esa razón por la que han llegado aquí, lamento desengañarles. Lo que digan por
ahí sobre propiedad de los hijos y a quien compete la educación de los mismos
me trae sin cuidado. La polémica me parece artificial. Soy padre. Me considero
responsable único de educar, enseñar y guiar a mis hijas por el camino que sus
padres decidamos. De elegir la Escuela en la que creamos que les van a enseñar
mejor. De votar un Gobierno al que exigirle calidad educativa. Si, por desgracia,
y pese a nuestras mejores intenciones, no sale bien, ni culparemos al Estado,
ni al Colegio al que han ido, ni a la sociedad en que han crecido. Será,
principalmente nuestro fracaso, al menos esa será nuestra percepción.
El
control parental de los dispositivos conectados que cada vez mas jóvenes poseen
nuestros hijos es algo a mi parecer necesario e imprescindible en muchos casos.
Hay mucha gente que no está de acuerdo con ésta opinión. Argumentan que
significa coartar la libertad de los niños. Puedo entender esta postura, pero
quedarnos sólo en esta discusión sería reducir una problemática compleja al
simplismo.
Las
herramientas de control parental son una ayuda para que los padres podamos
tutelar el uso de las nuevas tecnologías por parte de nuestros hijos. El uso de
estas herramientas no excluye que tengamos que asumir su educación en el uso
responsable de los aparatos que pongamos a su disposición. Creo que son dos
medidas que tienen que complementarse obligatoriamente. El control parental
férreo sin enseñar al niño cómo responder ante situaciones digitales que no se
espera es similar a tener a nuestros hijos en una burbuja. O encerrados en un
Gran Hermano eterno. No es sano. El premiar el comportamiento responsable en
redes de nuestros hijos según van aprendiendo con una relajación de los
controles parentales es, en mi consideración, la situación ideal.
Estoy
echando ya de menos un control parental sobre mí para no irme por las ramas
mientras escribo. Hoy voy a explicarles las características de una aplicación
de Google para el control parental. Family Link. Hay muchas herramientas que
cumplen ésta función. He elegido ésta por los múltiples parámetros de
configuración que posee, aunque la mayoría contiene opciones muy similares.
Para
instalar Family Link, necesitamos descargarnos dos aplicaciones, una, la que
ejercerá de administradora, en el teléfono o tablet de los padres y otra, en
cada uno de los dispositivos del niño. Aquí hay que hacer una diferenciación.
La edad mínima legal en España para tener una cuenta de correo propia es de 14
años. A partir de esa edad, el niño debe autorizar el uso de Family Link por
parte de sus padres. Es decir, puede conectarlo y desconectarlo a su antojo. La
aplicación de los padres recibe una notificación cuando ese estado cambia, pero
sin el consentimiento expreso del menor-no-menor no podremos utilizar la
herramienta. Por eso llegar a esa edad con unos padres e hijos perfectamente
formada en usos y costumbres digitales y una relación de confianza establecida es
un factor importantísimo.
Para
proceder con la instalación, necesitaremos tener ambos dispositivos a nuestro
alcance. En primer lugar, descargamos Family Link en el teléfono de los padres.
Cuando la abramos y pregunte quién usará el dispositivo, seleccionamos Padre,
madre o tutor. Leeremos atentamente los pasos a seguir. Cuando nos pregunte si
nuestro hijo tiene cuenta de Google, rellenamos los datos de la cuenta o
procedemos a crear una. Esta cuenta es la que tendremos que utilizar en los
dispositivos móviles de nuestros hijos para iniciar sesión.
A
continuación, descargaremos en cada uno de los dispositivos que queramos
controlar la aplicación Family Link para niños y adolescentes. Introducimos la
cuenta de Gmail creada anteriormente para nuestro hijo, y lo unimos al grupo
familiar. Tras varias pantallas en las que nos informan de las características de
lo que estamos instalando, y piden la activación, finalmente llegamos a una en
la que le tendremos que asignar un nombre al dispositivo y elegir cuales de las
aplicaciones que tiene instaladas actualmente queremos que permanezcan en el
teléfono. Con este paso habremos terminado la configuración del móvil
“administrado”.
Ahora
solo nos queda volver al equipo configurado como administrador para gestionar
las opciones que nos ofrece Family Link:
-
Ubicación: Si lo activamos, crea un historial de
lugares donde ha estado el dispositivo de nuestros hijos.
-
Tiempo de pantalla: Nos permite configurar el número
máximo de horas que puede estar encendida la pantalla a lo largo de la semana.
También posee una opción, llamada Hora de
dormir para que el aparato se bloquee a partir de una hora determinada.
-
Aplicaciones: Podemos ver las instaladas y bloquear
instalaciones de nuevas aplicaciones, o de determinadas que no quiera que se
utilicen.
-
Uso de aplicaciones: Nos ofrece informes de los últimos
30 días del uso de las aplicaciones. Cuáles han sido las que mas ha usado, y
durante cuanto tiempo.
-
Ajustes de aplicación: Aquí podremos gestionar los
permisos para las aplicaciones instaladas (si pueden acceder a la cámara o no,
por ejemplo), así como establecer filtros personalizados.
Cualquiera
de estas opciones anteriores puede ser personalizada o desactivada en su
totalidad. Depende del criterio de los
padres. Como comentaba anteriormente, no podemos dejar la responsabilidad
completa de la educación digital de nuestros hijos a este tipo de aplicaciones.
La mediación parental (si, otra vez la palabreja) consiste en dos tipos de
estrategia:
-
La restrictiva,
que establece reglas y límites, adaptados a su edad y sobre todo madurez.
-
La activa, que mediante la orientación, el acompañamiento
y la supervisión. Requiere disponibilidad del adulto, diálogo, explicación
sobre los riesgos de internet...
Como
conclusión. Las herramientas de control parental son muy útiles, pero deben de
ser un complemento a una participación activa en la educación digital de
nuestros hijos. Enseñarles y demostrarles que estamos preparados, y que estamos
a su disposición para resolver cualquier duda o problema que puedan
encontrarse. Ésa es la base, y no otra de una sana relación de confianza mutua.
Publicado en El Correo Gallego el 04/02/2021
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